Las ardillas de Fuerteventura
Un ejército diminuto que ha conquistado la isla.
En el árido lienzo de Fuerteventura, donde el sol pinta el paisaje con tonos de arena y mar, unas pequeñas bailarinas han decidido dejar su huella. Las ardillas, conocidas en la isla como ardilla moruna, han tejido su propia leyenda en el entramado natural, convirtiéndose en protagonistas de una historia tan sorprendente como agridulce.
¿Cómo llegaron las ardillas a Fuerteventura?
La historia se remonta a mediados del siglo XX, cuando un vecino de Gran Tarajal, en un viaje cargado de anécdotas y recuerdos de África, regresó en 1965 con una pareja de ardillas. Aquellas diminutas mensajeras provenientes de Sidi Ifni, una antigua colonia española, encontraron en Fuerteventura el escenario perfecto para su aventura. En un giro casi poético, el escape accidental de una de ellas y la consiguiente liberación de su compañera desencadenaron una colonización tan rápida y sorprendente que hoy en día es algo que está siendo estudiado y controlado. En pocos años, esa pareja se transformó en una multitud que se desplaza con la agilidad del viento por cada rincón de la isla.
¿Por qué las autoridades piden que no se alimente a las ardillas de Fuerteventura?
Aunque su aspecto encantador puede seducir a cualquiera, alimentar a estas pequeñas criaturas tiene consecuencias que van más allá de una anécdota turística. Las autoridades insisten en observarlas sin intervenir, y las razones van más allá de su increíble capacidad para reproducirse sin control:
Destrucción del entorno
Las ardillas, en su incansable búsqueda de alimento, compiten con la flora y fauna autóctona. Su voraz apetito, que a primera vista parece inofensivo, se convierte en un verdadero azote para cultivos y especies endémicas, alterando el equilibrio de un ecosistema ya delicado. Son como pequeñas tempestades que, al parecer inocentes, dejan tras de sí la huella de un entorno transformado.
Enfermedades contagiosas
Más allá de la competencia ecológica, los expertos advierten que estas ardillas pueden ser portadoras de enfermedades. El contacto cercano y la alimentación manual facilitan la transmisión de virus y bacterias, convirtiendo una interacción aparentemente tierna en un riesgo para la salud, tanto humana como de otras especies. La cautela es, por ello, un gesto de respeto hacia la naturaleza y la salud pública.
Pueden dar lugar a las siguientes patologías*:
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Proliferación sin control
La facilidad con la que se han reproducido es asombrosa: lo que comenzó con una sola pareja se ha convertido en una explosión demográfica. Con cifras que rozan el millón, la proliferación de la ardilla moruna es casi imparable. Este crecimiento desmedido evidencia cómo, en ausencia de sus depredadores naturales, la especie se expande a un ritmo que resulta difícil de contener y gestionar.
Riesgo de invadir otras Islas Canarias
El peligro no se limita a Fuerteventura. Al trasladarse de forma inadvertida, ya sea a través de vehículos (junto al motor) o de actividades humanas, estas ardillas pueden convertirse en emisarias de una colonización invasora en otras islas del archipiélago. Este escenario amenaza la biodiversidad de regiones que, hasta ahora, han mantenido un equilibrio propio y único, como si cada isla fuera un pequeño universo en sí misma.
¿Cómo es la ardilla moruna que habita en Fuerteventura?
La ardilla moruna es un espectáculo en miniatura. Su pelaje, corto y suave, se decora con finas bandas que parecen pinceladas de un artista apasionado. La cola, espesa y bien poblada, se despliega como un abanico, dando testimonio de la energía y vitalidad que la caracterizan. Su cabeza, con matices pardo-rojizos, y sus diminutas orejitas, atentas a cada susurro del viento, completan la imagen de un animalito que, a pesar de su tamaño, encierra en su mirada la historia de una travesía cuyo origen va más allá de las costas majoreras.
¿Dónde ver ardillas en Fuerteventura?
Observar a estas pequeñas criaturas acrobáticas es casi como presenciar una danza espontánea en medio de un paisaje desértico. Se pueden encontrar en numerosos rincones de la isla, desde senderos y parques hasta las inmediaciones de zonas urbanas donde, en ocasiones, la curiosidad humana invita a su aparición. Sin embargo, es fundamental admirarlas desde la distancia. Disfrutar de su agilidad y singular belleza sin intervenir en su comportamiento natural es la mejor manera de preservar el frágil equilibrio que mantienen en este rincón del mundo. Uno de los sitios más famosos de la isla para observarlas es Montaña Blanca.
¿Cuántas ardillas hay en Fuerteventura?
La magnitud de su proliferación es casi mítica: se habla de cifras que superan el millón de individuos en la isla. Imagina un ejército diminuto, una legión de ágiles criaturas que, sin depredadores naturales para contener su avance, han multiplicado su presencia como si fueran la espuma que inunda la orilla en un día de tormenta.